viernes, 9 de julio de 2010

PULSAR


El indio en la isla perdida encendió su máquina del tiempo, creó infinitas imágenes de sí mismo para conversar, simplemente visitándose a sí mismo en cada segundo de su existencia. Entonces sin saber nada, lo supo todo. Contestó sus propias preguntas con acertijos. Fue Dios y fue átomo de hidrógeno, fue estrella y fue oscuro polvo cósmico. Fue conciencia y fue piedra solitaria. Fue libro y fue hoja en blanco. Fue vida y fue quietud. Está entre nosotros...o nosotros en él.

HS 6-2-2010

No hay comentarios: