A eso de las 12, llegó el camión repartidor de años. Bajó una cuadrilla de tipos y revolearon al año nuevo en la puerta de mi casa.
-Con cuidado muchachos, lo van a abollar. -les digo.
-Tranquilo jefe, los años vienen cada vez más duros. –Me dijo el que parecía ser el supervisor del reparto.
Y agregó: -Este año es mejor que el anterior, es importado.
-¿Cómo importado? –pregunté sorprendido -El año es universal.
-Sí maestro. –afirma -Pero en Singapur los hacen mejor, y salen más baratos.
Miré el pobre 2014 que me habían tirado en la puerta y me dí cuenta que era un poco más chico que el anterior. Y mientras tanto el jefe del reparto salió con un talonario y una birome.
-Firme acá –me dice apurado.
Los tipos ya se habían subido al camión preparados para irse.
-¡Espere, se tienen que llevar el año viejo! -les reclamo.
-No señor! –me dice ofuscado: -Los años ahora vienen NO RETORNABLES.
-Pero es un año, señor… no es una botella de cerveza! -le reclamo desesperado..
-No tenemos lugar en el camión, señor… lo lamento. -Me dice implacable
El tipo agarra el talonario, me saluda rapidito y hace un gesto de “yo no tengo la culpa” y se va. Dejándome los dos años en la vereda.
Mientras se alejaba el camión agarré un trapito y el tarro de Blem, para limpiar y darle un poco de brillo al año nuevo. Pensé en dejar el año viejo en la vereda… tal vez a algún cartonero le sirva…
Pero al final me dio pena.
Para algo me va a servir el 2013, para guardar libros, discos, quizás alguna herramienta.. algunas fotos de gente que quiero…
Y sí…soy un tonto sentimental.
Hugo Xenone
01-01-2014